David Díaz Miranda, Pino Pascucci S, Víctor Molina, Marisela Olarte.
La crisis que actualmente estamos viviendo es
dura, demoledora, en ocasiones desesperanzadora; el mundo entero y las diversas
instituciones, públicas y privadas –incluidas las académicas- están seriamente
afectadas por la crisis, palabra que viene del griego Krinein, algo que se
rompe, por tanto, algo que merece ser sometido a análisis. De allí que, tomando
en cuenta lo dicho por el destacado científico Albert Einstein, debemos hacer
las cosas de modo diferente para que las mismas cambien, por ello la crisis es
“una bendición” si se enfrenta con “creatividad”, con “inventiva”. De acuerdo
con este célebre genio “sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una
rutina, una lenta agonía”. Por ello, en su reflexión divulgada en un material
mimeografiado por la Universidad de Los Andes (s.f.) invita a trabajar duro, a
acabar con la verdadera crisis que nos amenaza fuertemente, la cual no es otra
que la derivada del no “querer luchar para superarla”.
De la reflexión hecha por Eistein se puede inferir
que la demagogia y el populismo, grandes males de la política y del proceder de
ciertos dirigentes, no tienen cabida para hacerle frente a la crisis, antes,
por el contrario, la gestan y la aceleran. Muy atinadamente, el periodista y
abogado español Juan J. López Burniol nos dice que el demagogo explota
constantemente emociones y pasiones propias del comportamiento humano,
procurando así el aplauso y la admiración de las masas. Esto es típico de los
populistas, no importa donde se ubiquen políticamente: derecha, centro o
izquierda; el populista, además de demagogo, tiene delirios mesiánicos, es por
ello que sin escrúpulos y sin ética ofrece “villas y castillos”, aparte de
hurgar en las fobias sociales, las cuales manipula a su antojo. “Corazón Ulandino, por el rescate de la
Universidad de Los Andes”.