Jades Delgado
Las denuncias son incontables por parte de los habitantes del estado Mérida, quienes rechazan permanecer tantas horas sin servicio de energía eléctrica durante el día, la noche y la madrugada, explican que hasta la poca comida que algunos con mucho sacrificio logran comprar se daña ante la falta de refrigeración.
Pero también, equipos como neveras, televisores, computadoras y otros dejan de funcionar por las variaciones de voltaje, sin que algún ente gubernamental responda por las averías y tampoco el Estado garantice un salario ajustado a la Constitución Nacional que permita tener acceso a una buena alimentación, salud, vivienda y recreación, pero mucho menos reparar los aparatos dañados.
Son constantes y prolongados racionamientos que se suman a las constantes fallas de este servicio, lo que alargan el tiempo sin luz y hacen que las personas entren en un cuadro de estrés y depresión.
El estado Mérida, tiene años sumergido en una de las crisis más profunda de su historia, entidad donde no existe un servicio público que funcione al cien por ciento, por el contrario, los costos aumentan con el paso de los días y desmejora la calidad.