En
Venezuela ocurren dos crisis. La primera en el entorno económico con una fuerte
influencia de la situación política. La segunda es una crisis sanitaria con la
enfermedad Covid-19. La crisis económica tiene sus fundamentos en una caída de
la producción nacional, la falta de políticas públicas para restablecer la
confianza, un desorden monetario y los efectos del enfrentamiento político.
Información
suministrada por Dr. Eduardo Ruette
Director del Plan Salud del Gobierno de Mérida indicó, “La crisis sanitaria se
trata de una infección que ataca a las personas con el mínimo contacto. Que
produce la muerte cuando los casos se agravan y no son atendidos a tiempo. En
unos, produce la muerte por condiciones de enfermedades pre existente. Una
enfermedad altamente contagiosa que no tiene un tratamiento definitivo y una
vacuna que la ponga a raya”, acotó.
“Asimismo,
la crisis venezolana se ha mezclado de manera muy dañina al Covid-19. Hasta
ahora el mundo ha enfrentado a la pandemia con medidas sociales, más que médicas.
Con cuarentenas extremas. Venezuela no ha sido la excepción – igualmente - Las
cuarentenas tienen un efecto devastador de la economía, porque paraliza las
actividades en general, lo que está produciendo desempleo, hambre y muertes
colaterales a las de la propia infección epidémica. Al final de cuentas matan
tanto el hambre y la pobreza, como el Covid-19. Someter a los ciudadanos a un
dilema para que se afecten de una manera u otra es un despropósito”, apuntó.
“Dijo
Ruette, que a continuación presento en grandes líneas, algunos aspectos que
podrían permitirnos establecer una dinámica social que ayude a reactivar las
actividades económicas, pero que la infección se mantenga controlada”. En
principio señalo que debe dejarse claro que la sociedad tiene que aprender a
vivir con el Covid-19, así como ya lo hace con otras enfermedades:
1. Política para el fortalecimiento del
sistema inmunológico.
Para
enfrentar al Covid-19 desde los gobiernos en todas sus escalas, se debe
implementar programas para fortalecer el sistema inmunológico de los
ciudadanos. Esto parte de una alimentación balanceada, de programas que
permitan que los alimentos lleguen a los venezolanos, desde el sector privado y
la asistencia social a los sectores más frágiles.
Se
requiere que gobernantes nacionales, regionales y municipales, articulen un
modelo de recuperación de la sana alimentación de los venezolanos. Para esto no
basta el programa conocido CLAP, que no tiene una cobertura total y su impacto
nutricional no es suficiente.
Se
trata de implementar políticas que permitan que la producción nacional de
alimentos se recupere, en un marco jurídico, legal y político que permita
generar confianza a inversores en el área agroindustrial.
Para
ello se debe establecer mecanismos de entendimiento entre los sectores
productivos y políticos, en función de que la producción alimenticia juegue un
papel fundamental en la protección de las personas contra la infección del
Covid-19.
2. La sociedad debe producir, para poder
alimentarse.
La
actividad productiva o económica se convierte en un factor esencial para la
propagación del SARS-Cov-2. Debe implementarse y mantenerse medidas sanitarias
en el desempeño social para evitar que haya contagios masivos.
Debe
tomarse en cuenta la realidad de cada región, de cada municipio para que las
políticas de distanciamiento social sean de una forma u otra. En esto inciden
la ubicación geográfica, la capacidad productiva, el clima u otro factor
determinado que sea determinante para que cada localidad tenga políticas
propias.
Medidas
implementadas por alcaldes, discutidas por concejos municipales y normativas de
relaciones sociales establecidas en ordenanzas municipales hasta que la
pandemia se mantenga.
Las
personas deben trabajar y también deben cuidarse. Se tiene que romper con el
dilema de que o hay que estar siempre en casa o salir y enfermarse de Covid-19.
Ya se conoce perfectamente cómo funciona el flagelo, de qué forma se transmite
y se dispone de medidas sanitarias para evitar contagios masivos.
Las
autoridades locales deben diseñar estrategias para controlar brotes repentinos,
además de contar con equipamiento y protocolos determinados para actuar en
consecuencia.
3. Flexibilización de la cuarentena.
Cada
localidad tiene su propia realidad y sus tasas de infección. Cada localidad
puede gestionar la pandemia según sus números. No es lo mismo un municipio en
que no ha habido infectados, pero que tiene potencial de producción alimentaria
y que esté paralizado igual que otros municipios que si tienen focos masivos.
Un
municipio productor puede seguir funcionando con restricciones a foráneos y
permitir, asistir y dotar a quienes residen en el mismo para que la producción
no se detenga. Un municipio con focos de contagios masivos, debe cerrarse
totalmente, incluso.
Llevar
adelante la pesquisa nacional de casos asintomáticos, en el personal de alto
riesgo, tiene que ser una política obligatoria, la cual ayudará a detectar
casos masivamente y aplicar los aislamientos debidos.
La
cuarentena puede flexibilizarse en diversos sectores y mantenerse vigilado el
desempeño social con resoluciones regionales o locales y en su debido
requerimiento nacionales.
4. Política sanitaria
El
Covid-19 ya cuenta con un tratamiento probado en una fase de estudios, con Hidroxicloroquina
y Azitromicina para los casos avanzados y de gravedad. Desde el tratamiento en
UCI, los protocolos para casos leves, los aislamientos en centros médicos y en
casa, los despistajes y demás, debe regir una política impartida por
epidemiólogos, máximas autoridades en cada región para atender situaciones de
epidemias.
Mantener
la asistencia directa de centros de salud y la dotación necesaria de insumos,
materiales y equipos, concluyó el Director del Plan Salud de Gobierno de
Mérida.