Por Mireya Segovia - @SegoviaMireya
*Detrás de bastidores…
Pasado
el mediodía, cuando llegué al C.C. Centenario – Ejido, la emoción era
indescriptible, había en mi pensamiento un deseo incesante, de encontrar, al
menos un panorama que avistara la alegría en el semblante de las personas, de
mis prójimos, de mis coterráneos.
Mi
primer impacto fue, la osadía de localizar un taxi, lo había, pero no la
disposición, la queja y el susurro de rabia e impotencia, de haber hecho una
cola interminable y no haber logrado, cargar combustible, se volvió un
comentario común, entre quienes ofrecían sus servicios como taxistas.
Finalmente
y con ayuda de la suerte, un taxista, ofrece sus servicios y me refiere: ¿Con qué paga Señora? – ¿pesos, dólares,
euros o transferencia?, en medio de la confusión le dije: Señor ¡tengo tarjeta de débito¡ . Sin
duda, que aquel comentario me trajo a colación, el efectivo seguía siendo el cuento de nunca acabar¡.
El
ánimo en el rostro del taxista, era de hastío, desesperanza y deseos de todos,
menos de nada. El taxista intentaba, en medio de un silencio angustiante,
entablar una conversación, aquellas que no necesitan adivinarse. No obstante,
casi que pitonisa del asunto, y con el asombro que no cabía en mi pensamiento,
quise preguntar: ¿Señor, como van las
cosas acá? Y sin titubear y con respuestas desesperanzadoras, responde: -de mal en peor, señora, cada día que uno se
levanta, no se sabe la pesadilla que se vivirá, aquí en este país, en mi Venezuela querida, Mi
Venezuela amada, la mal llamada ahora “cenicienta”, no queda nada, la acabaron mi señora, acabaron con un país
millonario, un país lleno de grandes tesoros, su gente, en especial, lo más
puro y sagrado “la familia”.
Aquellas
palabras del taxista, se clavaron como dardos en mi ser, apenas había abordado
un taxi, no había llegado a mi destino ¿Qué más encontraría?.
En
el trayecto a mi destino, cualquier cantidad de personas, pude ver, en un
trepidar, se observaba, una tristeza larga y llenos de desesperanza, una mirada
pérdida, famélicos, con la asombrosa actitud de una onicofagia en sentido ansioso
y compulsivo (comerse las uñas). Sin duda que estaba ante la Venezuela, que
hacía 08 meses había dejado, pero esta vez con una secuela de trastorno
emocional más evidente, una depresión colectiva, intensa, la desidia y
desesperanza y el maltrato psicológico inducido, reflejaba de forma
angustiante, a un venezolano destrozado. Se veían personas andar, extenuadas,
con hambre, con una sed, pero no de agua, sino de Libertad, el fulgor del sol y
una sequedad en el ambiente, hacían juego, ante un panorama no deseado pero
real. Me encontraba ahora, en una
confusión aun mayor, que abría en mi pensamiento, un abanico de preguntas y respuestas al mismo
tiempo ¿Por qué el venezolano seguía ahí?, ¿Por qué se negaba y no hacia frente
a toda esta barbarie? ¿Por qué el venezolano seguía haciendo resistencia a una
situación que cada día era más y más
insostenible? Las largas colas, para cargar combustible, la educación en
sentido deplorable, el poder adquisitivo minimizado al extremo, el precio de
los productos inalcanzable frente al salario venezolano, sin menospreciar
ahora, las largas horas, sin luz, que paralizan al país entero y lo hacen
entrar en un letargo de desesperación e inmovilidad a la vez.
Es
de reflexionar, es al mismo tiempo una impotencia pensar que, al venezolano (a)
se le ha hecho más daño del que Ciencia alguna de los estados emocionales,
pueda calcular. Basta con escuchar cada comentario, cada opinión que combinada
con rabia y tristeza, hace el ciudadano común.
Como
venezolana y victima también, de una desintegración familiar, pienso que el
daño emocional que se ha generado en cada familia, no tiene precedentes y la
cura será de larga data, si a tiempo, no se hace algo y se actúa.
Debe
haber necesariamente y de forma URGENTE una coalición Liberadora,
que sea liderada por los propios venezolanos(as), pero ésta no debe hacerse
sola, urgente, importante y necesariamente
DEBE SER, con la participación de aliados internacionales, sumada a una
fuerza organizacional ciudadana, que desmonte de una vez y por todas, las
organizaciones clandestinas y criminales que día a día acaban con nuestro país.
Se hace inevitable, partir hacia una sociedad que rescate la FAMILIA, antes que
terminen por desparecerla, como célula fundamental de esta sociedad, que se hagan valer el trabajo con tesón y esmero, pero
valorado en usufructo, que tanto la justicia, como el respeto a la propiedad
privada en toda su extensión sean bastiones para alcanzar una LIBERTAD PLENA,
Pero esta lucha debe ser incansable, sin tregua, sin dar más tiempo, es ahora,
o nunca.
Se
hace imperioso, urgente, desmontar esta tiranía, refiriéndonos a una
alternativa que modifique radicalmente las condiciones actuales de la
representación y la toma de decisiones equivocas, que hasta ahora se han
llevado, por unas más fieles a los intereses ciudadanos y no aquellas que
comulgan con los que cohabitan con un régimen corrupto y criminal, SE HACE
INELUDIBLE una amplitud de consulta y
participación a la hora de decidir. En otras palabras, que sean decisiones políticas
y posturas más radicales, BASTA DE
MEDIACION, DIALOGO, NO MÁS, que las decisiones,
impliquen una organización de la sociedad que produzca una explosión de
presiones en los grupos de control del sistema político actual.
Solo
a la fuerza será posible terminar con toda esta pesadilla.