La ciudad de Mérida se sumerge en una atmósfera de recogimiento y tradición al celebrar la Semana Santa, una época donde la fe se entrelaza con costumbres arraigadas en el corazón de sus habitantes. Desde las solemnes procesiones hasta los encuentros familiares alrededor de mesas repletas de sabores típicos, los merideños viven estos días santos con una intensidad particular.
La gastronomía juega un papel protagónico durante la Semana Mayor. Los hogares y restaurantes se inundan de aromas característicos, siendo la chicha andina una bebida emblemática que acompaña gran parte de las celebraciones.
Los Siete Potajes: Una tradición andina que se mantiene en algunos hogares merideños es la preparación de "Los Siete Potajes" el Jueves Santo. El pescado seco salado, preparado de diversas maneras, es un plato infaltable en las mesas, especialmente durante el Viernes Santo, en cumplimiento de la tradición de abstenerse de carnes rojas.
Dulces como el dulce de lechosa, arroz con leche y la conserva de coco endulzan los paladares, ofreciendo un contraste delicioso a los platos principales. No podemos olvidar las empanadas andinas, los envueltos de plátano, la sopa de arvejas, que se disfrutan en cualquier momento del día.
Más allá de la solemnidad religiosa, los juegos tradicionales emergen como una forma de compartir y esparcimiento familiar, especialmente para los más pequeños. Actividades como los juegos de carta, bingo, dominó, bolas criollas, bolo, llenan de alegría los patios y jardines de las casas merideñas. Los juegos de trompo, runche, perinola y las carreras de sacos también son parte de la tradición, ofreciendo momentos de sana competencia y risas entre generaciones.
Sin embargo, el epicentro de la Semana Santa en Mérida sigue siendo la profunda devoción religiosa. Las procesiones son un elemento central, con la participación masiva de feligreses que acompañan las imágenes sagradas por las calles de la ciudad.
La Catedral Metropolitana de Mérida se convierte en un punto de encuentro para las ceremonias litúrgicas, incluyendo la Misa Crismal, que este año fue en Tabay, la celebración de la Cena del Señor, el Sermón de las Siete Palabras y la Vigilia Pascual. La fe se manifiesta en las oraciones, los cantos y el recogimiento individual y colectivo.
Durante toda la Semana Mayor, los merideños y visitantes suelen recorrer las diferentes iglesias y templos de la ciudad y pueblos cercanos, es trandició visitar 7 templos, pero algunos son infaltables como la Basílica de la Inmaculada de Mérida y la Capilla de Piedras en San Rafael de Mucuchíes.
Las diferentes parroquias de la ciudad también organizan sus propias actividades, como representaciones del Viacrucis viviente, que involucran a la comunidad en la recreación de los últimos momentos de la vida de Jesús, siendo la más famosa la que se realiza en La Parroquia, escenificada frente a la Iglesia Santiago Apóstol, sin dejar de resaltar las otras escenificaciones que se hacen en toda la ciudad. Estas representaciones son momentos de gran emotividad y reflexión para los asistentes.
En definitiva, la Semana Santa en Mérida es una época donde la tradición, la fe y el sabor se entrelazan de manera única. Los merideños viven estos días con respeto y devoción, manteniendo vivas costumbres que se transmiten de generación en generación, reafirmando su identidad cultural y su profunda conexión espiritual.
Leonardo Rodríguez Dugarte