En el estado Mérida
La existencia de los sobanderos y curanderos, como
parte de la medicina ancestral venezolana, está amenazada, pues los
jóvenes prefieren otro tipo de formaciones más rentables, menos altruistas,
menos filantrópicas, comparado con ayudar al prójimo, en algunas
ocasiones por poco dinero.
Tradicionalmente la sabiduría ancestral pasa de
padres a hijos, como un don que, de no ser recibido, es como si se cortara la
línea perdiéndose el conocimiento.
En la población de Los Naranjos, municipio Alberto
Adriani, del estado Mérida, se encuentra José Alcides Pino, quien, a sus 81
años, tiene más de 60 años dedicando su vida a componer los huesos de quienes
acuden a su casa, por busca de alivio a sus dolores.
Nieto de una partera de Santa Cruz del Zulia, hijo
de Natividad Oliveros, curandero de cuando no existía el suero antiofídico para
neutralizar el veneno de las víboras propias de la zona boscosa y a punta de
garabato y peinilla se limpiaban los terrenos para el cultivo agrícola o la
cría pecuaria, a quien a falta de teléfonos celulares y redes sociales, el
mismo viento le avisaba de un picado de culebra, preparándose con
anterioridad para el momento que lo buscaran para ir a salvarle la vida al
paciente, cuenta el mismo Alcides. /Yanara
Vivas