¿Alguna vez te has preguntado qué piensa una mujer cuando la observan con interés sexual?, o, ¿cuándo emiten comentarios sexuales sobre su cuerpo o apariencia?
Para muchos hombres es normal hacer comentarios de índole sexual disfrazados de halagos, o mirar inapropiadamente a las damas mientras caminan. Esto forma parte de casi todos los espacios de la vida cotidiana. Entre ellos los lugares destinados para hacer ejercicio.
Ante esto, el equipo de prensa del Compás Informativo les preguntó a varias mujeres sobre sus experiencias entrenando en un gimnasio. Entre las observaciones que más se repitieron se destaca que la mayoría de los compañeros son del sexo masculino. Misma proporción entre los entrenadores, ya que en la mayoría de los gimnasios cohabitan 4 entrenadores hombres y una mujer.
Asimismo, las mujeres se ven constantemente expuestas a que se minimicen sus actividades. Exponiendo varias razones, entre ellas que estén comenzando a entrenar, o por tener algún trastorno alimenticio, como la obesidad.
Cuentan sus experiencias
"Los entrenadores suelen prestar más atención a las mujeres que ya entrenan desde hace años, y minimizan a las que comenzamos hace poco. Incluso, me ha pasado que, pagando a un entrenador personal, minimicen mis intentos solo por estar fuera de forma o no alzar tanto peso como las chicas más avanzadas lo hacen. Por lo general, no se esfuerzan tanto en personas con sobrepeso, adultos mayores o personas nuevas", dijo una joven universitaria.
Para otra mujer consultada, dentro de dichos espacios ha sentido que algunos compañeros tienen interés sexual por ella, a pesar de nunca haber conversado con la persona involucrada. Esta percepción se hace evidente por las miradas, comentarios entre los grupos de amigos o, por algún contacto verbal o físico durante el entrenamiento que incomode a la chica.
Otro de los comentarios recibidos se centra en que algunas mujeres son ignoradas por la mayoría de las personas fitness, lo que hace que se tenga miedo o un sentimiento de incomodidad y vergüenza, hecho que hace que se pierda el interés en seguir cultivando un hábito de entrenamiento, y en algunos casos, se busque cambiar de espacios, horarios o dejar de entrenar.
"Me pasó una situación muy incómoda con un entrenador, le había pagado un mes de entrenamiento personal, y luego decidí no seguir pagando porque me ignoraba, no me enseñaba ni supervisaba mis avances; luego de no cancelarle más no me saludó más nunca, y cuando me hablaba lo hacía como si estuviera molesto conmigo", relató una merideña.
Finalmente, algunos comportamientos o actitudes que se normalizan dentro de algunos espacios, como el gimnasio, contribuyen a conductas micromachistas, que afectan al sexo femenino de manera directa o indirecta. Por ello, es fundamental que se deje de normalizar el acoso sexual en las calles de nuestras ciudades latinas, y segundo, que se comience a promocionar un espacio libre y diverso, que permita que todos los ciudadanos puedan integrarse sin sentirse agredidos o intimidados.
Por: Valeria Fernanda Castro. Periodista egresada de la Universidad Católica Cecilio Acosta. CNP: 26.049.