Prensa
OVV Mérida
Según la evidencia
científica, ya sea que las estadísticas presenten casos a escala local,
regional, nacional o internacional, siempre son los hombres los que,
abrumadoramente, copan la escena delictiva sobre todo cuando se trata de
delitos violentos, bien sea como victimarios o como víctimas. Esto lleva a
decir, de manera metafórica, que “la violencia tiene rostro masculino”.
A pesar de lo anterior, una
reciente investigación enfocada en abordar a la mujer como victimaria, encontró
“una aparente tendencia a que el género femenino, al menos en los últimos años,
viene mostrando cada vez más participación en delitos violentos, incluso,
también en delitos no violentos que tienden a ser mayor en número y
diversidad”, según aprecia el Observatorio Venezolano de Violencia en Mérida
(OVV Mérida), responsable del referido estudio, el cual se desarrolló en esta
entidad andina.
De manera más amplia, es
importante precisar que la investigación en Mérida se realizó en el marco de un
estudio nacional bajo el mismo enfoque, conducido por el Observatorio
Venezolano de Violencia (OVV) central, encargado de sistematizar la información
nacional sobre violencia interpersonal a partir del monitoreo de sus 15 sedes
regionales, entre las que se cuenta la merideña. La investigación lleva por
nombre Violencia, Desigualdad y Género.
Ese interés se sustentó en
la evidencia de que en los últimos años (2015-2022), el monitoreo de casos de
violencia interpersonal en toda Venezuela apunta a un aparente incremento
de la participación activa de la mujer en delitos violentos (asesinatos,
infanticidios, robos, abusos sexuales, agresiones, entre otros), así como
también en la consumación de delitos no violentos (hurtos, tráfico de drogas,
estafas, entre otros).
De allí la idea de emprender una investigación amplia cuyo objetivo fue el de conocer y analizar los factores que han llevado a cierto número de mujeres a asumir el rol de victimarias en el ámbito familiar, delincuencial y dentro de los organismos policiales, en un contexto de desigualdad social y violencia.
De entrada, según estableció
el equipo de investigación, es posible indicar que los factores que permiten
comprender esa tendencia a un rol más activo de las mujeres en calidad de
victimarias, son múltiples y la mayoría son comunes para tratar de explicar la
ejecución de delitos violentos y no violentos, donde la emergencia humanitaria
compleja que vive la región y el país, combinada con factores de índole
individual, familiar, comunitarios, de relaciones extrafamiliares,
institucionales y sociales explicarían tales propensiones.
Esfuerzo
investigativo
Según especificó el profesor
Gustavo Páez, quien como Coordinador del OVV Mérida lideró el equipo que
asumió la investigación en el ámbito de esta región andina, el estudio se
ejecutó entre los meses de agosto a octubre de este año 2022 y comprendió una
etapa cualitativa y otra cuantitativa.
En la etapa cualitativa se
aplicaron dos herramientas para la obtención de datos: entrevistas en
profundidad aplicadas a informantes clave (en este caso participaron una
abogada de una institución gubernamental, especialista en violencia de género;
una funcionaria de una policía municipal y una mujer testigo conocedora de tres
casos de mujeres victimarias) y dos grupos focales, cada uno conformado por
seis mujeres mayores de 25 que fueron víctimas y/o testigos de mujeres
victimarias en ámbitos familiares, policiales y/o criminales. Se aplicó un
criterio socioeconómico para conformar los grupos focales: uno se ubicó en un
estrato socioeconómico bajo y otro en uno de clase media, en comunidades de la
ciudad de Mérida ajustadas a estas características.
El profesor Páez agregó que
“como complemento al anterior procedimiento cualitativo, se desarrolló una
etapa cuantitativa mediante la revisión retrospectiva de casos de mujeres
agresoras o victimarias que salieron reseñados en los medios de comunicación
merideños, durante el lapso 2019-septiembre 2022, información que sirvió de
base para cuantificar varios indicadores y triangular esas derivaciones con los
hallazgos cualitativos”.
La etapa cualitativa de la
investigación generó una gran cantidad de relatos, datos e información de mucho
interés, que fue procesada y presentada inicialmente en el Foro Mujeres
victimarias y víctimas: desigualdad social y violencia en Venezuela, realizado
en la ciudad de Mérida el miércoles 9 de noviembre, en los espacios de la
Escuela de Geografía, de la Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales
de la Universidad de Los Andes (ULA), ante un amplio número de asistentes.
La
presencia femenina
En cada uno de los
procedimientos metodológicos usados para aproximarse al reconocimiento y
comprensión del posible papel de las mujeres como victimarias, hubo datos que
pueden tomarse como indicios que explican la tendencia de cierto número de
mujeres a ser partícipes en el cometimiento de delitos.
Entre los hallazgos
obtenidos de los procedimientos cualitativos, vale recordar: las tres
entrevistas a informantes clave y la interacción resultante entre las 12
participantes de los grupos focales (seis en cada grupo), se evidenció el
cometimiento de un total de 38 delitos, tanto violentos como no violentos, por
parte de algunas mujeres merideñas, lo que representa solo una pequeña muestra
de casos conocidos por las mujeres consultadas.
Entre los tipos de delitos
calificados como violentos -según la Clasificación Internacional de Delitos con
Fines Estadísticos (ICCS, por sus siglas en inglés)- se establecieron los
siguientes: homicidio de la pareja, explotación sexual de hijas, inducción al
suicidio de la pareja, pornografía infantil, secuestro de una joven, agresión
física y verbal contra la pareja, hijos y otros miembros de la familia y, finalmente,
robo de carteras a peatones.
En cuanto a los delitos que
entran en la categoría de no violentos (según la ICCS) se identificaron la
estafa, el hurto de diferentes bienes, trata de personas, tráfico de drogas,
tráfico de influencia en cuerpos policiales, difamación contra hombres (no sólo
parejas sino también desconocidos) y venta de terrenos invadidos, delito, este
último, que califica como corrupción con enriquecimiento ilícito.
Por su parte, de los datos
cuantitativos surgidos del análisis de las informaciones generadas por algunos
medios de comunicación que funcionan en el estado Mérida -en el lapso 2019
hasta el mes de septiembre de 2022- se lograron identificar un total de
mil 654 victimarios que cometieron más de mil delitos, entre violentos y no
violentos, durante el período de tiempo ya indicado. Este gran total de
victimarios incluye tanto a hombres como mujeres, de forma más precisa un 87,6%
de agresores hombres y el restante 12,4% correspondiente a victimarias mujeres.
Según el equipo de investigadores del OVV Mérida, esta proporción porcentual se
alinea con las tendencias que muestran los estudios internacionales sobre
violencia.
Al hilar más fino a partir
de los datos arrojados por el monitoreo de prensa, en cuanto a noticias
evidentemente vinculadas con acciones delictivas protagonizadas por mujeres, se
reconoce que ese 12,4% de mujeres victimarias representa, en términos
numéricos, 205 mujeres perpetradoras de delitos: ellas cometieron un total de
163 infracciones de la ley durante el período observado, de las que 118 fueron
violentas y 45 no violentas.
El coordinador del OVV
Mérida detalló que dentro de los delitos categorizados como no violentos
“el 75% de los hechos se concentraron en el tráfico de drogas, el hurto y el
fraude (estafa), mientras que dentro de los delitos violentos, la agresión, el
robo y el homicidio intencional aglutinan el 80%”. De esto se desprende que al
ordenar todos los tipos de delitos de mayor a menor, se aprecia lógicamente que
los tres primeros más la agresión, concentran 67,5% del total. Vale recordar,
que estas últimas cifras se corresponden con los datos cuantitativos surgidos
de la revisión de prensa y no con los procedimientos cualitativos. “También es
importante acotar que por diferentes motivos en los medios no salen reseñados
todos los casos de delitos cometidos, tanto por hombres como por mujeres, por
lo que solo se está conociendo muy probablemente la punta del iceberg”, agregó.
Detalles
relevantes
El equipo de investigación
del OVV Mérida asimismo pudo extraer de la investigación sobre la participación
de la mujer en escenarios de violencia, desde la perspectiva de victimaria, que
el 64,9% de las mujeres que cometieron delitos violentos y no violentos en esta
entidad andina, en el lapso estudiado, eran jóvenes, adultas jóvenes y algunas
de mediana edad. Exactamente, la edad promedio (o media) estimada para las
mujeres victimarias resultó ser de 32,6 años.
También el estudio reveló
que la calle (o espacio abierto), con un 32,7%, y el hogar de la victimaria,
con un 30,8%, resultaron ser los lugares donde la mujer agresora
mayormente consumó su delito. Ambas categorías suman un 63,5%.
También revelador es el hecho, en cuanto al tipo de victimaria, que el 46,7% de las mujeres eran delincuentes comunes pero 32,2% estaban vinculadas al crimen organizado. En tercer lugar, con un porcentaje alejado de las otras dos categorías, pero no por eso deja de ser importante, se posicionan los familiares y/o conocidos como victimarios (11,2%), dentro de estos, las madres o madrastras y las parejas o exparejas femeninas, son las que muestran los mayores valores (76,5% en suma).
Razones
para el delito
Tal vez una de las preguntas
más pertinentes que surgen tras evidenciar la discreta pero
constante tendencia de ciertas mujeres o grupos de mujeres a asumir roles
de victimaria en el territorio merideño y venezolano, es: ¿Qué está causando
con frecuencia esta presencia femenina en el rol de victimaria?
Al respecto, el equipo de
investigadores del OVV Mérida por medio del estudio al menos logró identificar
24 factores explicativos que, vistos de manera conjunta, pueden ayudar a
comprender lo que hay detrás de los rostros femeninos que se asoman al rol de
victimarias.
Por nombrar algunos de estos
factores que empujan a ciertas mujeres o grupos de mujeres a cometer
delitos violentos y no violentos, se puede indicar que ellas están expuestas a
fuertes tensiones por la crisis del país, quedando solas como jefas de hogar
con sus hijos o que, teniendo pareja, esta no se hace cargo de sus
descendientes. También el uso de la violencia como mecanismo de defensa para no
ser agredidas por sus parejas (como sus madres lo fueron), así como dar muestra
de autoridad hacia sus hijos pero con comportamientos violentos por patrones
aprendidos durante la infancia y adolescencia, entran en la lista de factores.
Otros elementos
desencadenantes de delitos violentos y no violentos en las mujeres, registrados
por la investigación del OVV Mérida, son: el aumento de la pobreza y del
agravamiento de la crisis económica en el país, la negligencia de parte de las
autoridades competentes receptoras de denuncias de mujeres agredidas;
disfuncionalidad y desestructuración familiar, y la fecundidad adolescente que
lleva a que mujeres muy jóvenes sean madres sin estar preparadas para ese rol,
entre otros.
Gustavo Páez resumió este
delicado punto sobre las razones que propician el delito en manos femeninas,
indicando que los factores descifrados “son múltiples ya que pueden ser
individuales, familiares, comunitarios, de relaciones extrafamiliares, institucionales y sociales, estos dos últimos asociados a
la crisis imperante”. Para los investigadores “esto lleva a decir que detrás de
cada caso conocido no opera un solo factor, sino que son un conjunto particular
de factores que se combinan los que los desencadenan”, donde en un buen número
de casos muchas mujeres, antes de ser victimarias, primero son víctima de
terceros, de sus parejas o de la propia crisis que atraviesa el país,
situaciones que seguro llevan a muchas a asumir el rol de victimarias. Sin
embargo -estiman los investigadores- estos factores explicativos no pueden ser
vistos como una justificación para que hombres y mujeres comentan delitos
violentos y no violentos.
La
mujer: también víctima
Si bien el interés de la más
reciente investigación del OVV Mérida se centró en adentrarse en el terreno
poco explorado de la mujer como victimaria es importante recordar que desde su
creación esta organización ha dedicado buena parte de su tiempo a analizar la
situación de la mujer como víctima, una condición que todos los estudios
apuntan a considerar como grave y preocupante desde el punto de vista social.
A propósito, en el caso del
estado Mérida es evidente la tendencia hacia el aumento de los casos de mujeres
que son víctimas de la violencia, ejercida fundamentalmente por hombres.
En 2020 el monitoreo de
medios develó que los casos de mujeres agredidas en Mérida totalizaron 42. Esta
cifra subió a 43 casos en el 2021 y sólo hasta octubre de este 2022 se ubicaba
en 46 víctimas, con lo que los investigadores presumen que la cifra podría ser
aún más alta al cierre del año. Un 64,2% de las mujeres agredidas lo fueron
mediante los delitos de agresión física y violación sexual.
Páez cerró comentando que al
OVV Mérida “no sólo le preocupa la aparente tendencia detectada de la mujer
incursionando como victimaria, sino también la tendencia clara en los últimos
años al incremento de las mujeres como víctimas, donde muy probablemente sean
muchos más los casos en número”.